Nos podemos acercar a esa zona desconocida también haciendo cosas nuevas y probándose uno a sí mismo, esta será la única forma de demostrarnos todo eso que somos capaces de hacer y que suele ser mucho más de lo que pensamos. Salir de tu zona de confort y enfrentarte a situaciones que están al límite de tu rutina y tu desarrollo es algo que fuerza las puertas de tu propia evolución, algo que cuesta, que se sufre, pero que finalmente obtienes tu recompensa, y es salir con una mayor fortaleza ante la vida.
La cara oculta es otra zona muy interesante, lo que sé sobre mí que oculto a los demás. Son muchas las ocasiones en las que he visto que una persona tenía miedo a enfrentarse a ella creyendo que lo que había dentro era algo horrible, y lo que ha descubierto es que es algo tan tierno como su propia vulnerabilidad.
Para la zona ciega, lo que no sé sobre mí pero que los demás conocen, te voy a proponer un ejercicio:
1. Escribe en un papel 5 cosas buenas de ti y guárdalo.
2. Piensa en 5 personas de confianza que te conozcan y pídeles que escriban en un papel 5 cosas tuyas buenas.
3. Una vez que tengas reunidos todos los papeles reflexiona sobre lo que han puesto y observa si hay cosas que coinciden con las que tú apuntaste en tu papel.
Realmente recibir de los demás un reconocimiento de cosas positivas que tenemos activa en nosotros un motor, el de nuestra propia autoestima, es un ensayo para aprender a querernos antes de que lo hagan los demás.
Y sobre la primera zona a plena luz, lo que sé sobre mí y lo que muestro a los demás, sólo puedo decir que la proveches y la ofrezcas al mundo, porque el último fin de todas nuestras cualidades es compartirlo con los demás, dar lo que somos, mostrarnos con lo bueno y con lo malo, ayudar y ofrecer nuestro granito de arena al mundo, esa es la verdadera felicidad y sentido de la vida.