All I have to do is dream era la canción que solía cantar con mi amiga y compañera de facultad, sin saber aún que era la canción que cantaríamos a dos voces en la graduación de nuestra clase, al finalizar los estudios de psicología, y que quedaría en nuestro recuerdo para siempre aquel momento tan emotivo.
Por alguna razón eran años en los que tenían mucho protagonismo nuestros sueños, como antesala de cómo ibamos a forjar nuestro futuro. Sin embargo un compañero de clase no lo tenía tan fácil eso de soñar, llevaba tiempo deprimido y estaba pensando en acudir al servicio de atención psicológica gratuita al estudiante, que con suerte hacía poco habían creado un grupo de profesores. Brillante idea.
Era muy tímido y decidimos acompañarle mi amiga y yo. Así el día que le citaron nos disponíamos a recorrer aquellos pasillos de la facultad, con el patio en medio lleno de patitos detrás de su madre al lado del un pequeño lago.
Nos sentamos en un banco y enseguida salió una mujer llamando a Rendal, él se levantó enseguida casi temblando y entró en el despacho. Allí nos quedamos Lisa y yo mirando para la pared, donde había un cartel que anunciaba un taller de diálogo de voces, nos miramos y enseguida cogimos nota del día y hora. Por fin algo novedoso y que parecía apuntar hacia el trabajo con las emociones desde lo experiencial.

Rendal salió algo aliviado por ver que alguien le atendía y por ver que lo suyo podría arreglarse, le mostramos nuestro entusiasmo por ir a ese taller y también se sumó. Las dos semanas siguientes estuvimos ansiosos porque llegara el momento.

Allí estábamos por fin para descubrir qué era eso del diálogo de voces, éramos pocos pero deseando descubrir cosas de nosotros mismos. Así compartimos experimentando con las primeras voces que el facilitador iba proponiendo: el protector, el controlador, el saboteador, ¿el saboteador? tenía mucha curiosidad, enseguida Rendal comenzó a hablar y se produjo un diálogo entre el facilitador y él:

– Saboteador (Rendal): yo como saboteador lo que hago es sabotear todo lo que Rendal se propone, cualquier plan, lo hago dudando de todo hasta el extremo y le creo mucha infelicidad.
–  Facilitador: ¿para qué haces eso?

–  Saboteador: para impedir que disfrute.
–  Facilitador: ¿y para qué lo haces?
– Saboteador: para que me escuche, mi trabajo es dudar y hacer que aprenda, que salga de su zona de confort y que reaccione y pase a la acción en su vida, en definitiva que se desarrolle y evolucione.
–  Facilitador: pues qué importante es tu trabajo, ¿por qué no te escucha?
– Saboteador: pues porque no me acepta como duda, tiene mucha necesidad de encontrar lo correcto y lo bueno de forma definitiva, y yo le molesto en su plan, por tanto me rechaza, me mete en la sombra.
–  Facilitador: ¿y desde ahí cómo te manifiestas?
– Saboteador: pues saboteando absolutamente todo, como no me quiere escuchar tengo que dar voces y mi manera de hacerlo es dudando constantemente hasta que llego a sabotear todos sus planes. Claro luego se queja de que no es feliz pero no se da cuenta de que me necesita.
– Facilitador: ¿entonces eres tú quien está influyendo para que Rendal se sienta deprimido?
– Saboteador: sí, yo no puedo desaparecer como él quisiera porque me necesita en su vida también para ser feliz, y al no dejar que haga con libertad mi trabajo pues le hago dudar mucho más de lo necesario  e incluso hago que le sea imposible tomar una decisión.
– Facilitador: ¿cómo sería su vida si te aceptara?

– Saboteador: pues me manifestaría como duda sólo cuando hiciera falta, haciendo que tenga juicio crítico que le lleve a una decisión buena para él, y si se confunde pues aprenderá nuevamente. De hecho tengo más que ver con su felicidad de lo que él cree, porque si me hiciera caso probaría más cosas que tuvieran que ver con su salud, aprendería a ser feliz y no estaría tan deprimido. Y ahora me he dado cuenta de que soy el escéptico, su espíritu investigador y experimentador, yo hago que no se crea todo y le animo a investigarlo y experimentarlo por sí mismo. Hay veces que me hace caso como cuando ha tomado la decisión de venir aquí, pero normalmente ni siquiera me agradece mi trabajo.

Se quedó callado durante un rato asimilando lo que su saboteador había dicho, casi no se podía creer que de su boca hubieran salido esas palabras.

Terminó el taller y de camino a casa iba realmente pensativo, hasta que de repente nos dijo, ¿por qué no me cantáis de nuevo esa canción que hacéis a dos voces y que habla de soñar?

¿Quieres recibir mis nuevos posts en tu e-mail?

Estarás al tanto de todos los artículos nuevos que vaya publicando. Si no te gusta la idea, cierra esta ventana y sigue navegando :-)

Gracias por suscribirte :-)