Cuando pretendemos relajarnos o aprender un método de relajación haríamos bien en preguntarnos primero cuál es nuestra verdadera motivación para ello, pues en muchas ocasiones el objetivo que permanece detrás es evitar ciertas emociones como el enfado, que es una de las que peor prensa tiene.

Quizá queramos seguir siendo la niña o el niño bueno que no se enfada pero esa no es la realidad, la cuestión es que ese enfado está de todas formas y mejor haríamos en darle voz y ver por qué está ahí y qué función tiene para nosotros en ese momento. Una vez hecho esto será mucho más sencillo relajarnos.

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