En el anterior capítulo Zenon y Tradel, unos humanos del futuro que consiguen aterrizar en el presente, acababan de salir de aquel comedor de estudiantes en el que continuaban su estudio para recoger más datos de la antigüedad y poder así aprender más para llevarlo a su presente.
– Espera Tradel.
– ¿Qué pasa ahora Zenon?
– Pues que no sé si ha sido algo que he comido en ese comedor de estudiantes pero no me encuentro muy bien, parece que tengo gases e hinchazón.
– Mira que te lo dije, que tuvieras cuidado con lo que cogías en el bufé, ya sabes que acostumbran a freír con aceite vegetal incluso hidrogenado y a echar harinas refinadas a todo lo que pueden, con la excusa de rebozar porque está más rico, por no hablar de echar azúcar al pan de molde, o de las inocentes galletas de todo tipo, tan ricas y camufladas de cosas con letra tan pequeña que antes de leerlo te la has metido en la boca y va camino del estómago.
– Sí pues voy a tener que entrar en un servicio porque no quisiera comenzar con un concierto.
Mirando a un lado y a otro se disponían a elegir algún lugar adecuado. Enfrente ponía «El lugar de tu tranquilidad», parecía una cafetería y adecuada para pasar a la sala de pensar.
Venga, dijo Zenon, entra en el servicio, mientras aprovecharé para continuar el estudio recogiendo datos sobre cómo siguen con sus avances respecto a los problemas digestivos y de alimentación.
Comenzó a observar a su alrededor. En la barra había unas ricas y preciosas tartas, al otro lado pinchos. En la estantería tipos de café e infusiones a un lado, bebidas alcohólicas al otro.
Se decidió por un café con anís, a riesgo de revolucionar su intestino pues no estaba acostumbrado, pero aquel viaje estaba siendo realmente tentador.
Abrió su ordenador e hizo una búsqueda de todo lo relacionado con alimentación y digestivo. Su computadora era capaz de devolver resúmenes y esquemas de información donde podían verse bien claras todas las tendencias seguidas por un gran número de personas.
Con la palabra «alimentación» encontró un cuadro donde podían verse algunos personajes famosos del momento que suponían la única opción de muchas personas para guiarse sobre lo que debían hacer con sus problemas digestivos.
Allí apareció Jorge Fernández, el presentador de un programa muy exitoso llamado La rueda de la fortuna. Había tenido un problema de intoxicación por mercurio al comer demasiado frecuentemente atún y el médico que consiguió limpiar su sangre de la intoxicación, Marcos Mazzuca.
Pudo descubrir que en esa época de la antigüedad, 2021, donde se encontraban, la gente estaba muy perdida sin saber qué hacer y pasándolo mal, pues iban al médico con sus síntomas y, después de hacerles todas las pruebas requeridas, en muchos no encontraban nada, los análisis estaban bien, pero ellos seguían muy mal.
Algo estaba pasando que esos médicos no veían, pues los análisis eran Dios, y si los análisis estaban bien ellos decían que no tenía nada, y en muchos casos eran derivados al psiquiatra o al psicólogo, creyendo que eran nervios.
Y sí, desde luego nerviosos se ponían de ver que su salud descendía y nadie sabía nada. Por eso comenzaba a ser cada vez más frecuente la ayuda de particulares y famosos que compartían algunos de los problemas que se habían encontrado y personas o especialistas que les habían dado soluciones.
Pudo también comprobar que los análisis completos de heces, es decir, de flora intestinal, sólo lo hacían unos pocos de manera exhaustiva, así encontraban algunas pistas más para poder dar con la solución. En la seguridad social apenas veían que no hubiera solitaria y listo.
También descubrió que años antes de 2021 ya existían libros exitosos como El síndrome psico-intestinal de Natasha Campbell-McBride y Cerebro de pan de David Perlmutter, neurólogos los dos. Incluso un pequeño libro titulado Romper el círculo vicioso de Elaine Gottschall, que es el que tomó como fuente Natasha para contar también en su libro cómo empezaron a surgir a principios del siglo XX gran cantidad de enfermedades que antes non existían y que coinciden con los inicios de la era moderna y los productos procesados por parte de la industria alimentaria.
Pero lo que más le sorprendió fue el documental de Netflix, plataforma que aún seguía teniendo mucha presencia en 2100, llamado La píldora mágica. En él queda constancia de forma magistral en qué momento se encontraba la humanidad entera, acostumbrada a una alimentación y estilo de vida ocultamente dañinos y sufriendo una serie de dolencias que aún no entendían.
Muchos síntomas que el intestino ocasionaba se reflejaban en zonas del cuerpo alejadas del propio intestino y eso era lo que más despistaba a los médicos, que aún seguían con su vieja escuela de mirar sólo a una porción pequeña del cuerpo, que correspondía a su especialidad y a mirar sólo a los síntomas, para terminar siempre con la solución de tomar medicamentos.
Paradigma que en medicina ya algunos intentaban cambiar, como la médica internista Sari Arponen y sus famosos podcasts dentro del movimiento Slow medicine. En un intento de reconducir esa vida frenética de la que muchos ya se querían bajar.
Una época oscura en la que el «sálvese quien pueda en internet» era la piedra angular de la supervivencia. La industria de la alimentación ofreciendo comida procesada, atrayente y fácil de hacer, que todos normalizaban y deseaban, era una de las claves del hoyo en el que se habían metido. Los primeros en tener síntomas problemáticos son vistos como los débiles de salud, como los desafortunados, la mala suerte que se ceba con ellos. Pero sin saber el resto de personas que también iba con ellos.
Al final del artículo ponía una curiosa frase típica de la antigüedad «si ves las barbas de tu vecino cortar pon las tuyas a remojar».
Tradel ¡ya me encuentro mejor! espetó desde el otro lado de la cafetería Zenon, saliendo con entusiasmo del servicio, de la misma manera que los perritos levantan la tierra alegremente para salir luego corriendo más ligeros que nunca.
– ¿Sabes? He estado pensando, – Sí, yo también tengo cosas que contarte de lo que he descubierto en el rato que has estado dentro.
Se disponían a compartir la información, regla básica de supervivencia en la sociedad de su tiempo de la que formaban parte, allá por 2100.
Pero antes vamos a proponernos digerir bien esta información, hasta el próximo capítulo.