Os invito a hacer un viaje al centro de nuestra mente. Si nos centráramos en el ámbito más cognitivo de la mente podríamos compararla con diferentes estratos de la tierra. Un acantilado supondría un corte de tierra en el que podríamos ver varias capas.
 

En las capas más profundas estarían nuestras creencias más centrales o nucleares, están en uno de los niveles más centrales de nuestra conciencia, constituyen nuestros valores fundamentales, nuestra identidad, las afirmaciones más globales y rotundas acerca de nosotros mismos, del mundo y de los demás. Pueden ser realistas y flexibles e irse adaptando a las circunstancias, o bien pueden no ser realistas, ser globales, generalizadoras y rígidas, aceptándolas como verdades absolutas.

Por ejemplo:

  • Creencias hacia nosotros mismos: «soy débil», «no valgo», «tengo menos capacidad que los demás».
  • Creencias hacia los demás: «no deberían hacerme esto», «la gente no es de fiar».
  • Creencias hacia la vida, el mundo: «la vida es muy difícil», «este mundo es una vergüenza».
En algunas capas menos profundas estarían las creencias intermedias. Son valoraciones, suposiciones y reglas que obedecen a las creencias nucleares.
Por ejemplo: ante la creencia nuclear «no valgo», para sobrevivir psicológicamente debo demostrarme constantemente que no es así y que sí valgo, entonces si tengo por delante unas oposiciones que superar hago la equivalencia: «si las apruebo valgo, si no las apruebo es demostración de que no valgo».
Si una de mis creencias nucleares es que para ser feliz debo tener una familia unida entonces, si esto no se cumple, la suposición será: «como no he conseguido tener una familia unida entonces he fracasado en mi vida».
Si ya nos vamos más a la superficie, podemos encontrar algunos arbustos y árboles que adornan la cima de este acantilado. Esta vegetación aquí serían los pensamientos, algunos conscientes y otros no, pero son frases que nos decimos a nosotros mismos y que obedecen a estas creencias para que podamos sentir equilibrio y coherencia.
Entonces si seguimos el ejemplo anterior los pensamientos serían: «soy un fracasado» «no consigo nada en la vida», etc. Ya estamos hablando de errores de pensamiento o pensamientos distorsionados que actúan en coherencia a estas creencias, y que van creando el contenido de nuestro diálogo interior.
A menudo nos da vértigo cuestionarnos nuestras creencias más profundas, pero es la única forma de ver cuáles son más aptas para hacernos la vida más fácil y cuáles hay que tirar del pedestal en el que las habíamos puesto, quizá porque provienen de nuestro ámbito familiar y sentimos que vamos traicionar a alguien, pero lo único que en realidad vamos a hacer es mejorar y permitir una mayor evolución que quizá nuestros antepasados no se pudieron permitirse.

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