¿Pero qué es ese sonido terrorífico como de un dragón al lado de mi oreja? Me quedé fijamente mirando el despertador. ¿Nos atacan? ¿se acabó el mundo?. Me froté los ojos una y otra vez a ver si el disco duro se me encendía. Por fin, recordé mi nombre, el día en el que estábamos y dónde nací. Ya puedo levantarme. Me miré al espejo, otra vez, otra vez, vaya era yo de nuevo pero con cara de susto… Los motores calentaron un poco más y pude recordar la jornada tan completa que me esperaba: Psicología General, Fundamentos Biológicos de la Personalidad, Psicología Evolutiva y cita con la Psicóloga.
Vaya esto último casi se me olvida, había pedido cita en el servicio de atención gratuita al estudiante para resolver algunas dudas sobre mí misma. Además tenía mucha curiosidad por conocer ese nuevo servicio que estrenaba una forma diferente de entender la psicoterapia, la llamaban integral, aunque de esto yo sólo conozco el pan integral al que le echan salvado de trigo, es decir, la cáscara del trigo, para poder ir al baño con cierta generosidad.
Me di prisa para no llegar tarde y aprendí algunas cosas sobre las aportaciones de algunas escuelas en Psicología, sobre la importancia que también tiene la parte biológica y lo que es el temperamento con el que ya nacemos y sobre la etapa de la adolescencia y su repercusión en nuestra personalidad dependiendo de cómo la vivimos.
Justo eran las 13:00 del mediodía y tenía que subir a mi cita. Era en el segundo piso, donde estaban los despachos de los profesores. La puerta estaba entreabierta y al verme la terapeuta me dijo que entrara.
– Terapeuta: bueno pues dime cuál es la razón por la que has venido.
– Yo: ehhh…se trata de… que quería conocer este nuevo servicio.
– Terapeuta: ¿sólo por eso?
– Yo: no…bueno, la verdad es que hay más, estoy preocupada porque a veces me peleo conmigo misma y eso hace que me bloquee con algunas cosas y no pueda avanzar o conseguir mis objetivos.
– Terapeuta: ¿peleas contigo misma?
– Yo: oh…sí, no veas cómo discuto…
– Terapeuta: ¿y cuál es la discusión?
– Yo: pues una parte de mí últimamente no hace más que decirme que no voy a conseguir las cosas y también otra parte trata de poner orden cuando hay mucho bullicio.
– Terapeuta: bien, ¿pues te parece que hablemos primero con esa parte que quiere poner orden a ver qué piensa?
– Yo: sí, eso sería genial.
– Terapeuta: ¿podría ser el controlador?
– Yo: sí, es como un controlador.
– Terapeuta: vale pues vamos a hacer un juego en el que ahora tú eres el controlador. ¿Quién eres?
– Yo: soy el controlador.
Así estuvimos charlando con el controlador, luego con esa parte de mí que parecía ser muy negativa y descubrí las funciones de cada una de ellas. El controlador lo único que quería era poner un poco de organización para que yo consiga mis objetivos. Esa parte negativa de mí, para mi sorpresa, también quería ayudarme a que hiciera las cosas bien, señalándome el trazo del camino, nuevamente para conseguir mis objetivos, la cuestión era que se convertía en algo negativo porque yo no la escuchaba.
Entonces le pregunté a la terapeuta si era eso a lo que llamaban integral y me contestó que tan sólo era una técnica de diálogo de voces que se incluía en un trabajo personal, al igual que otras técnicas también muy eficaces, tratando de tener en cuenta todos los ámbitos de la persona, sin dar más importancia de la que tienen unos ámbitos respecto a otros, sino que cada uno tiene su sitio, tanto lo biológico, como lo cognitivo, lo conductual, lo emocional, lo inconsciente, el pasado y la infancia, la vida actual, la situación externa, la situación familiar, la situación económica… Básicamente se trataba de cuatro cuadrantes que describían la realidad, en los que los izquierdos simbolizaban lo subjetivo, los derechos lo objetivo, los superiores lo individual y los inferiores lo colectivo. Esto suponía un mapa muy completo con el que no perderse ni excluir ningún ámbito del ser humano.
Qué alivio sentí al darme cuenta de que no era la única que discutía consigo misma, tanto que hasta habían inventado una técnica sólo para eso. Pero lo que no entiendo es que nadie suele decir nada sobre sus discusiones internas, aunque después de haber estudiado la esquizofrenia y cómo una de sus características es escuchar voces, no me extraña que la gente no se atreva a hablar de estas cosas.