El miedo al miedo es lo que más problemas nos causa, conocerlo lo solucionará.
Solemos decir: «no tengas miedo», sin embargo, muchas veces, eso es como decir: «no tengas frío» en una noche gélida de invierno en la que nos falta el abrigo.
Por un momento podemos imaginar cómo sería todo si no tuviéramos miedo. Seguro que rápidamente se te ha dibujado una sonrisa en la cara sólo de pensarlo. Bien, pues sigamos imaginando.
Si lo rechazamos sin más estamos perdiendo una información muy valiosa, el miedo muchas veces lo que está haciendo es señalar hacia algún sitio, como el perro que ladra para que alguien venga a socorrer a su dueño.
Cuando el miedo lleva mucho tiempo ignorado, habiendo señales de peligro para nuestra vida o nuestras decisiones, es una de las razones por las que pueden producirse fallos en el sistema y dar lugar a los frecuentes problemas de ansiedad.
Tener en cuenta esta emoción y los sentimientos, que como consecuencia nos produce, nos hace más fuertes, hace que tengamos más datos sobre cualquier situación, nos permite poner una mayor precaución, cuidado y mimo en todo lo que hacemos.
Normalmente se nos pasa por alto una cosa, lo que nos gusta hacer con mimo, cariño, cuidado, todo aquello que queremos que salga bien, no podríamos conseguirlo sin esta emoción. Pero en esta ocasión no está dando voces, sino ayudándonos a poner atención, esa atención que, si además es plena, nos hace tener nuestra mente en «estado de flujo».
El flujo es el estado mental operativo en el cual una persona está completamente inmersa en la actividad que ejecuta. Se caracteriza por un sentimiento de enfocar la energía, de total implicación con la tarea, y de éxito en la realización de la actividad.
Si todo va bien, el miedo nos ayuda a prestar una atención serena, si hubiera algún peligro entonces se activa para avisarnos, sólo tenemos que escucharle y poner solución.
Quizá estarás pensando, ojalá siempre fuera tan fácil. Es cierto que aún nos falta a todos mucha educación emocional pero, desde luego, podría ser mucho más sencillo si lo practicamos.
Te propongo hacer una lista de todas aquellas cosas que te dan miedo en este momento. Si piensas que no te hace falta porque nada te da miedo, entonces es que tienes cierto problema en conectar con esta emoción. Si piensas que la lista sería tan larga que te da pereza hacerla, entonces es que tu miedo está presente y activado en demasiadas ocasiones y tengo que decírtelo, puede que te esté dando voces porque no le quieres escuchar.
Todos tenemos diversos miedos en las diferentes etapas de nuestra vida, asumirlo como algo natural y hasta necesario es lo mejor que podemos transmitirle a nuestros hijos. Si nosotros lo vemos con naturalidad y hablamos de sus miedos abiertamente con ellos, será de gran ayuda.
No hay cosa que más pueda aliviar a un niño que charlar sobre los miedos que tiene y confesarle los miedos que nosotros teníamos a su edad. Esas conversaciones quedan grabadas y hacen el efecto de un bálsamo. Por tanto, imagina que te sientas a charlar tranquilamente con tus propios miedos, haciendo que se sientan comprendidos y viéndolos como algo natural. Sería un bálsamo en tu interior que te haría más fuerte, más valiente.
Pero nos falta hablar de otra maravillosa función que tiene el miedo, y es que nos sirve de reto. Si queremos conseguir algo, el miedo nos señala el temor a fracasar y nos ayuda a mantener la atención y el esfuerzo en el objetivo para que eso no ocurra, y finalmente lo conseguimos. No sólo hemos tenido éxito en la tarea sino que hemos logrado superar un miedo. Es el mecanismo que nos hace salir de nuestra zona de confort y superarnos día a día.
¿Cuál es tu próximo reto?