Salí a caminar un día espléndido y como ya llevaba mucho rato andando me senté al lado de estos matorrales para contemplar el horizonte, me sentía muy bien, pero enseguida vino a mi cabeza un pensamiento que esos días me rondaba . ¿Por qué no lograba hacer por fin ese blog que tanto deseaba?. Y de repente me oí decir dentro:
Así es como se las gasta el crítico interior cuando no es realmente escuchado y tiene que salir desde el sótano psicológico haciendo de las suyas, se convierte en una crítica mordaz, que no nos ayuda, puede que a corto plazo consigamos hacer algunas cosas, pero a largo plazo lo único que hace es fustigar nuestra autoestima. En cambio cuando le dejamos hacer realmente su trabajo se convierte en motor de cambio de nuestra vida.
Te propongo un ejercicio de diálogo de voces, primero pon un nombre a cada parte, el que creas que más se identifica con lo que te está ocurriendo, aquí lo llamaremos: el perfeccionista y el desastre. Serían dos puntos extremos y contrarios. Siéntate en una silla y coloca una vacía enfrente.
Ahora eres «el perfeccionista», en primera persona, vamos a pensar que te llamas Juan, estás sentado en una de las sillas y vas a responder a unas preguntas:
– ¿Qué función tienes como perfeccionista?
– ¿qué quieres conseguir realmente para Juan?
Si has hecho el ejercicio pero tienes dudas no tengas ningún problema en preguntarme aquí abajo, en comentarios. Espero que te sirva de ayuda.