Las relaciones de pareja o las relaciones padres e hijos son las más complicadas que pueden existir.

En primer lugar una relación de pareja, estable y en la que se comparte un proyecto de vida es todo un camino de aprendizaje.

Dependiendo de los patrones de conducta que cada uno de los miembros de la pareja haya aprendido en su familia, y de cómo esto lo haya asimilado en su mente, asimismo se comportará con el otro; por tanto, lo que suele ocurrir frecuentemente en un momento de dificultad es que se reacciona con la pareja tal y como si estuviera delante su propio padre o su madre, ya sea para actuar de forma sumisa o para actuar de forma desafiante y reactiva. Es así cómo los problemas afectivos no resueltos con los padres tienden a proyectarse en la pareja, y más tarde en los hijos de ambos.

En el mejor de los casos los desencuentros dan lugar a las crisis habituales e inevitables, y con ellas viene un aprendizaje de sí mismo, que si se sabe aprovechar es muy enriquecedor y lleva a un fortalecimiento en la relación.

En el peor de los casos puede que uno de los miembros de la pareja, o los dos, tenga un mayor problema de base consigo mismo, aquí las crisis, tanto personales, como de pareja, pueden resultar algo insalvable e insufrible, hasta que un día puede que se rompa la cuerda.

Si tiene lugar la ruptura de la pareja, la persona menos preparada para una situación de crisis podría fusionar todos sus enfados y odios guardados durante toda su vida, provenientes de la conducta de otras personas, los padres e incluso de sí mismas, y sin saberlo llevarles a comenzar una guerra contra la otra persona.

Si la pareja ha tenido niños, éstos pueden ser usados como arma arrojadiza contra el otro progenitor, comenzando un auténtico lavado de cerebro en el niño contra el otro e incluso contra toda su familia, ocasionando así una interferencia parental y dando lugar a la alienación parental. Esto puede ocurrir en una sola dirección o en las dos direcciones, con lo que las consecuencias son más desastrosas.


En este caso el niño o los niños pueden llegar a sufrir toda una alienación de sí mismos, experimentando cómo uno de sus progenitores hace por borrar de su mente la huella y el cariño del otro progenitor e incluso de toda su familia de origen, tratando de privar así al niño de la mitad de su identidad y autoestima, que tanto necesita sobre todo en los primeros años de su vida.

El niño experimenta contradicciones en sí mismo, conflictos internos y estrés debido a la gran presión a la que está sometido, resultando una forma de maltrato infantil.

Los síntomas de un niño alienado son:


1. El niño contribuye activamente en la campaña de denigración contra el otro progenitor objeto.

2. Las razones alegadas para justificar el descrédito son débiles, frívolas o absurdas.
3. La animadversión hacia el progenitor rechazado carece de la ambivalencia normal en las relaciones humanas.
4. Fenómeno del «pensador independiente», el niño afirma que nadie le ha influenciado y que su rechazo hacia el progenitor objeto es propio.
5.  Hay un apoyo reflexivo hacia el progenitor que aliena, de manera pensada el niño sabe que tiene que elegir, quién tiene el poder y de quién depende su supervivencia, y es de su progenitor alienador.
6.  El niño expresa desprecio sin culpa por los sentimientos del progenitor odiado.
7. Las afirmaciones del niño reflejan un vocabulario y expresiones propias del progenitor alienador.
8. La animadversión se extiende a la familia extensa, creando un rechazo también hacia abuelos del otro progenitor, tíos y primos, con los que anteriormente había mantenido una buena relación.

Lo deseable sería tratar estos casos con la colaboración de todas las partes implicadas, sin embargo, no siempre es posible. Para trabajar estas problemáticas hay profesionales especialistas en psicología jurídica como Asunción Tejedor Huerta, quien ha escrito un libro pionero sobre el tema junto a otras dos psicólogas forenses. Este libro se llama: PIVIP Programa de Intervención para Víctimas de Interferencias Parentales.

Para quien esté pasando por esta situación o alguien de su familia recomiendo este libro: El síndrome de alienación parental: una forma de maltrato.

 

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